Carta a los no votantes: votar suma, la abstención resta
Hay muchas razones por las que una persona puede decidir no ejercer su derecho al voto, pero básicamente se pueden clasificar en dos grupos. El primero se refiere a aquellas con poca conciencia política y poco interés por participar en la sociedad; la abstención es un acto de dejadez (abstención pasiva). El segundo grupo representa todo lo contrario, personas políticamente activas, con ideas claras, a menudo activas en luchas sociales o medioambientales, pero que no creen en el sistema electoral o están decepcionados con los partidos políticos actuales (abstención activa). A las primeras les diría que pensar a escala social, en lugar de individual, es enormemente enriquecedor. Al segundo grupo de personas es al que ahora me dirijo. A menudos son personas admirables por su lucidez en criterios, su coherencia en actividades sociales, y su persistencia en luchas altruistas. No votan por unos supuestos principios, o por cuestiones históricas, o como un acto de protesta. Es verdad que las luchas diarias y continuadas son mas importantes que ir a votar cada 4 años, pero las dos cosas no son incompatibles, y la segunda puede aliviar a muchas personas y puede facilitar a la primera. Votar no será la mejor manera de construir una sociedad justa, pero es una herramienta que tenemos muy a mano. Votar es un acto muy sencillo, requiere solo unos pocos minutos de dedicación, no tiene coste alguno, no genera efectos secundarios, ni es incompatible con las actividades sociales. Hay quien dice que votar no sirve de nada, pero es difícil de creer que estas personas y sus descendientes puedan tener los mismos derechos y oportunidades si en el gobierno domina gente del tipo Rajoy/Aznar o del tipo Carmena/Colau (por poner ejemplos contrastados). Votar no es casarse con nadie, ni opinar igual que nadie. Votar no quiere decir que te gusta la candidatura votada; da lo mismo que ningún político te guste o que ninguno opine en todo igual que tu. Votar no es estar de acuerdo con el sistema, ni implica dejarse de quejar del mal funcionamiento de los partidos y los políticos. Votar es incrementar la probabilidad de que el gobierno, delante de cada decisión, elija la opción que a ti te gustaría; solo eso, aumentar la probabilidad. La abstención como protesta puede ser conceptualmente coherente pero tiene el efecto de disminuir la probabilidad de que se consiga lo preferido. Votar suma, la abstención resta. Y si dudas a quien votar, es preferible votar al azar entre los que dudas, que no votar. Porque se vote o no, el gobierno se formará, las decisiones se tomarán, y las leyes se impondrán, todo en base a la opinión de los que votan (abstenciones, nulos, y blancos, no cuentan para la formación del gobierno). Votar es saber que no ganará tu candidatura porque no somos mayoría; o sea votar es una frustración, como en tantas luchas, pero es una acción sencilla y barata, un granito de arena para intentar mejorar la situación, y es totalmente compatible con las demás luchas.
Fuente: revista Al Margen (Valencia), núm. 63, 2007
Texto escrito después de oír las excusas de un grupo de personas que decían que no iban a ir a votar en las elecciones del 28 de abril de 2019.
Actualización
“Lo mejor que desa la derecha es que la izquierda fragmentada se abstenga” J.J. Tores en Votar o no votar, esa es la cuestión, InfoLibre 11/10/2019.